Es evidente que no es una obra maestra y ni buscaba serlo. Era comienzos del verano en 2008 y se estrenaba la cuarta parte de la saga Indiana Jones. La vivímos exactamente por lo que fué: Un divertimento pasajero con marca de la casa. Spielberg nos regresaba a un cine que ya tenía tiempo desaparecido, a esa aura de aventura con embalaje ochentero que se enterró en dicha década sumado a que absolutamente todo el elenco dispara la dosis perfecta de la chispa necesaria para hacer creíble el espectáculo.
¿Que si la saga se traicionó a si misma por incluir ciencia ficción? ¿Acaso las tres anteriores resultan lógicas en materia narrativa? Con el tiempo la disfruto más, y eso no se logra fácilmente. No dejen de verlas.