Basado en el arquetipo del cazador y su presa. Desierto se convierte en un thriller algo superficial, pero que sigue las reglas del género al pie de la letra, con firmeza y madurez. Aquí, el ser humano no caza a otro por deporte, sino por xenofobia y en la frontera entre México y Estados Unidos. Visto esto en tiempos de Donald Trump, el filme adquiere una connotación política que nunca se siente descabellada o caricaturizada. Es como si la pantalla nos dijera: "Esto, tal cual, es lo que algunos desean". Imposible permanecer indiferente a eso.
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