El mal tiene muchos rostros, especialmente en un país en el que, día a día, escuchamos historias que nos desgarren el alma de forma cada vez más profunda. Y aunque hemos perdido poco a poco la capacidad de indignación, el destacado cineasta Everardo González logra impactarnos con esta película, quizá su mejor cinta hasta ahora. Aquí el documentalista construye su séptimo largometraje con entrevistas a víctimas y victimarios del crimen organizado en México. Pero sus rostros son el mismo, ya que todos usan una misma máscara. Sin embargo las palabras de cada uno de ellos construyen un panorama desolador, que logra explicarnos cómo es que los mexicanos han creado una especie de coraza para resistir los golpes cada vez más duros de la delincuencia.
La llegada de esta película llegó en un momento político muy importante en México, lo que la convirtió en una película sumamente necesaria y pertinente para estos tiempos.